🚜 El proceso de carga y encostalado del frijol: cuidando la calidad hasta el último paso
- Rebeca Ruiz Rubio
- 30 oct
- 2 Min. de lectura
Después de la cosecha, limpieza y cribado, el frijol pasa a una etapa clave antes de su distribución: el encostalado y carga. Aunque puede parecer un proceso sencillo, en realidad requiere cuidado, precisión y buenas prácticas para garantizar que el producto mantenga su calidad hasta llegar al cliente final.
El encostalado consiste en empacar el frijol limpio y seco en sacos resistentes, normalmente de polipropileno, y con capacidad para 25, 50 o hasta 100 kilogramos, dependiendo del tipo de cliente o destino. Estos sacos se llenan cuidando que los granos no sufran golpes o presión excesiva, ya que eso podría quebrarlos o alterar su apariencia. Además, es importante verificar que el frijol tenga la humedad adecuada (entre 12 % y 14 %) antes de empacarlo, para evitar la formación de moho o la aparición de plagas durante el almacenamiento.
Una vez llenos, los sacos se cosen o sellan firmemente para proteger el contenido del polvo, la humedad y cualquier contaminación externa. En muchos casos se agregan etiquetas o marcas que indican el tipo de frijol, el lote, la fecha de empaque y el peso neto, lo que facilita el control y la trazabilidad del producto.
El siguiente paso es la carga, que consiste en trasladar los sacos a camiones o contenedores para su transporte. Este proceso debe realizarse con cuidado, evitando arrastrar o lanzar los costales, ya que los golpes pueden afectar la integridad de los granos. En bodegas o centros de acopio más grandes, se utilizan bandas transportadoras, montacargas o tolvas que agilizan el proceso y reducen el esfuerzo físico del personal.
Durante la carga también se revisan las condiciones del transporte: los camiones deben estar limpios, secos y libres de residuos, para evitar contaminación cruzada. Además, se recomienda cubrir la carga con lonas o mallas que protejan el frijol del sol o la lluvia durante el trayecto.
El encostalado y la carga representan el cierre del proceso productivo, pero también el inicio del viaje del frijol hacia su destino comercial. Un manejo adecuado en esta etapa es clave para mantener la calidad que se logró durante la cosecha, el secado y el cribado.
Gracias al trabajo cuidadoso de los productores y operadores, el frijol llega a bodegas, mercados y consumidores en perfectas condiciones, conservando su frescura, color y valor nutritivo. Este proceso, aunque muchas veces invisible para el consumidor, es esencial para garantizar que cada grano conserve la misma calidad con la que fue cultivado.




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